Ser consciente que eres un dependiente emocional no es fácil, muchas veces se justifica por medio de “es el amor de mi vida” “como él/ella no hay nadie más” “qué será de mi vida sin esa persona”. Al igual a como pasa en el resto de las adicciones, el primer paso que se debe dar para poder salir de ella, es aceptar que sufres una dependencia emocional.
Poder ser consciente que estás padeciendo una dependencia desmedida y poco sana hacia alguien es cuando tiende a haber más infelicidad que felicidad, cuando te anulan o te anulas y aun así continuas, peleas, reconciliaciones y promesas de cambio sin cumplir y sobre todo cuando todos estos hechos o circunstancias con llevan a afectar tu rutina y relacionamiento con los demás.
¿Qué es con exactitud la dependencia emocional?
La dependencia emocional se presenta cuando poco a poco la persona va perdiendo autonomía ante sus sentimientos, decisiones y autoestima y pasan a estar en manos de una segunda persona, por lo general de su pareja. Dicha dependencia afectiva es una adicción insana hacia otra persona, es una creencia que necesita del otro para su bienestar, es incurrir en un círculo de perdonar y esperar que se cumplan promesas solo por mantener una esperanza de cambio o mejora de esa persona que lo por lo general no se da, a desechar cualquier idea que requiera libertad personal, creando así una falsa felicidad, que además tiende a tener poco tiempo de duración.
Una de las principales razones por las cuales una persona incurre en una dependencia emocional hacia alguien proviene, de hecho, por una carencia afectiva en una edad temprana. Muchos de los casos en donde las personas sufren de dependencia es a raíz de un evento o secuencia de hechos producidos en la niñez que logran pasar desapercibidos durante el desarrollo normal de la persona, pero que tarde o temprano terminan por hacer metástasis, sobre todo en relaciones de pareja.
Dicha persona dependiente opta por anteponer su relación por encima de la familia, amigos, compañero, trabajo, pero, sobre todo ante sí mismo. Unos de los rasgos comportamentales más notorios de este tipo de personas son: abandono total a sus sueños, metas y hobbies. Llegando al punto de siempre negociar con ellos ante un cambio, mejora o porque la otra persona se realice como persona primero.
La persona que sufre una dependencia emocional cree sentirse más segura y estable por medio de la compañía de la otra persona. Por ejemplo, en una relación de pareja, se suele presentar un control desbordado hacia las actividades del otro y un rechazo constante a nuevas relaciones sociales y de interacción. Todo esto a raíz de una inseguridad a que pueda existir alguien o algo que pueda afectar la “estabilidad” de la relación. (Te puede interesar: Cómo superar el vacío emocional)
¿Cómo reconocer si se sufre de dependencia emocional?
Estos son algunos rasgos o comportamientos recurrentes que la personas experimenta ante un caso de dependencia emocional.
- Miedo a estar solo
- Necesidad de tener la atención siempre de la otra persona.
- Muestras de cariño constantes para la otra persona para no sentir inseguridad o poco amor.
- Sentir que se es la prioridad de la otra persona.
- Constantes cambios de ánimo hacia la ansiedad, culpas, rabia.
- Celos desmedidos
Las consecuencias de la dependencia emocional
La dependencia afectiva es un problema que una vez reconocido debe buscar una pronta solución, ya que se puede convertir en una gran bola de hielo que con el paso del tiempo se puede ir haciendo más grande y acabar con la estabilidad psicológica de la persona, influenciado así la parte negativa que genera una adicción, en este caso la afectiva. Estos son algunas de las consecuencias que se presentan con más frecuencia ante una dependencia emocional:
- Rupturas constantes en sus relaciones de paraje bajo un mismo patrón: La persona que sufre una dependencia emocional hacia su pareja y la relación, se sitúa en un círculo de repetidas rupturas y reconciliaciones, esto debido a que en el fondo los comportamientos, actitudes y forma de ser de quien es su pareja no lo satisface realmente, pero aun así siente una necesidad de mantener un vínculo para no sentirse solo o no perder a dicha persona.
- Insatisfacción y frustración: cuando la dependencia emocional es tan latente, no logra encontrar una tranquilidad aun incluso cuando se tiene a la persona que se ama al lado, ya que aun así atormenta la posibilidad de una ruptura definitiva, discusiones insulsas, lo cual genera relaciones agobiantes, llenas de frustración y miedo.
- Pérdida de la personalidad o del “yo”: ante un grado de dependencia, la personas que la padece incurre en un comportamiento de aislar su entorno familiar y social, con el propósito de dedicarse únicamente a su pareja y relación. Le persona llega a un punto en donde ha alejado amigos, haciendo que se sienta solo y generan una desesperanza que lo lleva a pensar que ante una ruptura se quedaría solo en el mundo. Cuando una persona comienza a negociar con sus sueños y metas ante un posible cambio de su pareja o bajo un constante “modo de espera” a promesas hechas después de las reconciliaciones, se llega al punto de solo querer satisfacer a la otra persona, olvidándose de sí mismo.
- Trastornos psicológicos: algunos trastornos como la bulimia, anorexia, alcoholismo, depresión son traumas que se pueden generar a partir de una ruptura. Aunque en un proceso de separación es normal y aceptable un grado de perdida y tristeza, deja de ser normal cuando llega a puntos en donde afecta su cotidianidad, altos niveles de depresión e incluso pensamientos suicidadas, al sentir que perdió la persona que amaba.