No cabe duda que la crisis de pareja o separación es un proceso complicado y doloroso. Se trata de una etapa de duelo (ocasionado por la ausencia del elemento al que antes se dirigían gran parte de los afectos: la pareja) generalmente de larga duración, llena de sentimientos contradictorios y con un fuerte impacto emocional en todos los aspectos de nuestra vida.
¿Cómo saber si la pareja está en crisis?
Generalmente las rupturas de pareja no se producen por acontecimientos puntuales, sino por la suma de pequeños conflictos cotidianos. Existe un período de desilusión en el que la pareja (o uno de los miembros) siente un malestar o descontento hacia el otro y en la que se genera una distancia entre los dos.
Determinar con precisión en el tiempo en el que se produjo la ruptura es bastante complicado. Las causas de una separación pueden ser muy variadas (Problemas en la sexualidad, falta de comunicación, celos, infidelidades, incompatibilidad o pérdida de complicidad, etc.) y durante el período de crisis es frecuente buscar culpables, hacer reproches mutuos y suponer (o aceptar) que la pareja no puede continuar junta.
¿Por qué seguir juntos?
En apariencia, existen razones de peso para mantener la pareja unida (la relación con los hijos, la dependencia emocional o económica, etc.) pero está claro que agarrarse de justificaciones equivocadas y sustentar la relación en fantasmas de sentimientos o en la costumbre, solo consigue prolongar el dolor y generar infelicidad.
¿Cómo ayuda la Terapia de Pareja?
No es fácil decidir si hay que poner punto y final a la relación o si merece la pena arreglar los problemas. Un terapeuta puede ayudar a superar una crisis: Su trabajo consiste en que las dos personas consigan dialogar y entender lo que les sucede, sin tomar partido por ninguno de los componentes. Así, sea cual sea la resolución del conflicto (unión o separación) ambos miembros afrontarán el cambio con más seguridad y aceptación.
La terapia nos ayudará a identificar los problemas y las causas de manera objetiva y solucionar las posibles manifestaciones emocionales, fisiológicas o sociales que pueden aparecer (alteraciones del sueño, aislamiento, culpa, miedos, baja autoestima, pérdida o ganancia de peso, ansiedad, etc.)
Afrontar la ruptura cuando es inevitable
Como toda crisis vital, una separación requiere un tiempo de adaptación que varía según la persona (su capacidad para entender las posibilidades del cambio, sus experiencias previas, su personalidad, etc.) superar el duelo amoroso puede llevar meses, incluso años.
Cuando se produce una ruptura o una separación no sólo tenemos que afrontar la pérdida de la persona amada, sino que también nos enfrentarnos a la pérdida de ilusiones, sueños, amigos en común, estabilidad, expectativas de futuro, etc. Por lo que es importante abordar cada uno de los aspectos afectados en nuestra vida y enfocarlos al cambio de la manera menos dolorosa posible.
Apoyarse en los amigos y familiares, socializar con personas diferentes o cambiar los hábitos de ocio, suele ayudar a manejar los sentimientos generados en el proceso. Algunas personas ven el cambio como una oportunidad para hacer actividades que estando en pareja no hacían, otras necesitan transformar radicalmente su vida para sentirse mejor.
Pero como siempre que intervienen nuestros pensamientos, sentimientos y conductas no existe una fórmula mágica y universal. Lo importante es darse tiempo, no olvidemos que es un duelo, y como tal se debe pasar por cada fase, no podemos saltarnos la rabia, el resentimiento o el llanto, no existe un camino corto para asumir que se ha roto la pareja. Tenemos derecho a un período de transición y sus manifestaciones emocionales. Pero si sientes que no puedes superarlo solo, no dudes en buscar ayuda.