¿Cómo nace la confianza?

La palabra confianza tiene múltiples interpretaciones, cada quienes la han aprendido de forma más práctica y aquellos de forma más teórica lo que significa tenerle o no tenerle confianza a una persona; la confianza en sí es un concepto muy subjetivo. Básicamente es una valoración que se hace de quienes nos rodean y de sus intenciones o con respecto a una conducta o acción en particular. Es una expectativa sobre la conducta de aquel en quien confiamos.

Así entonces nos preguntamos ¿qué hace que confiemos en los demás? ¿a que alguien confíe en nosotros? ¿Qué hacer cuando dicha confianza se pierde?

La confianza viene desde ese primer vinculo que creamos entre papas e hijos, ya que durante ese momento somos dependientes de ellos, lo cual nos hace generar un lazo en que sus decisiones y acciones en relación a nosotros son las correctas. Cuando dicha relación es inestable es muy probable que se genera una incapacidad a confiar en las demás personas. Caso contrario, si siempre se mantuvo una relación positiva y basada en confianza, se desarrolla una buen relacionamiento y proceso de confianza con las más personas. Sin embargo, no implica que, en el transcurso de nuestro crecimiento, no podamos modificar estos patrones, por procesos de aprendizaje o por nueva experiencia. Lo que sí es importante dejar en claro es que la capacidad para confiar es en gran parte aprendida.

En aquellas relaciones de gran valor que se forjan con otros individuos, la confianza es el valor fundamental para que dicha relación prospere y sea armoniosa; confiamos porque queremos que la relación trascienda. Dicha confianza también parte de los valores e intereses que se puedan compartir o tener en común.

Cuando decimos yo confío en ti, lo hacemos porque esa persona es digna de confianza, posteriormente cuando corroboramos lo que creemos, hacemos una extensión ese valor, afianzándolo hacia una relación más fuerte, ya sea por el placer de estar juntos, por el apoyo que nos ofrecemos, por el beneficio que ambos obtenemos, etc. Una de las razones para que seamos confiables es darle continuidad y permanencia al vínculo, a la relación.

De igual forma, cuando dicha relación es importante y valiosa para nosotros, el grado de confianza es mayor y de igual manera estaremos recibiendo lo mismo de la otra persona, es decir seremos dignos de brindar confianza al otro. Dentro de nuestro círculo de confianza están familiares, amigos y personas muy cercanas y la relación que creemos con cada uno de ellos se fortalece estableciendo propósitos objetivos compatibles y comunes que apoyen dicha relación. Igualmente, son importantes que juzguemos la idoneidad, las habilidades y aptitudes de una persona para hacerla acreedora de nuestra confianza.

Es por eso que confiar en alguien es una opción que se tiene, es decir, es un riesgo que corremos que nosotros mismo decidimos a raíz de las expectativas y creencias de cómo actuará esa otra persona y también de la motivación e interés que tenga de serlo. También hay que agrega factores como: promesas, acuerdos, pactos e intenciones, así como la reputación como fuerzas que estrechan la confianza en alguien.

Así entonces la confianza se da y se acepta, no se exige. El actuar en relación la confianza otorgada, es una acción. Se confía o no se confía, hasta cierto punto, dependiendo de lo que hayamos percibido o visto. Confiar es creer en la promesa de alguien. Es por esto que debemos cuidar y valorar la confianza que nos dan los demás como también valorar que somos seres dignos de confianza y respeto.